sábado, 19 de marzo de 2016

La espera

Estaba esperando algo que ni siquiera él sabía. Simplemente, apoyado en un árbol, veía cómo el paseo lento de las nubes adornaba su tiempo perdido y adormecía su conciencia atacada de frente por los rayos del sol.
Víctima de un estado de ensoñación, se ilusionaba constantemente con un cambio en su vida que le permitiera encontrarse a sí mismo. Se imaginaba tomando carrerilla en una montaña y saltando de un acantilado enérgicamente, con intención de llegar a un submundo ideal para él. Sin ruido, sin gente, un remanso de silenciosa paz que casi se enmarcaba en su mente como una utopía.
De repente, cayó al suelo, presa de la gravedad. Dio con la cabeza en el asfalto, dejándose golpear fortuitamente por la realidad. Cuando abrió los ojos, observó que unos pies lo contemplaban atentamente. Se incorporó, quedándose sentado. Una mano le ofreció ayuda para levantarse. Él la agarró y, haciendo fuerza, se puso en pie. La miró, lo miró. El tiempo se detuvo. La espera se tornó dulce. La sonrisa patente; el deseo de un beso, latente. Agarrados de la mano caminando el asfalto, las ideas volaban lentamente con las nubes y los sueños se hacían realidad.

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