viernes, 28 de agosto de 2015

Torre de Babel

Tanto que luché por conseguir algo contigo y, aún ahora, tras lograrlo, como entonces, sigo dudando. Las preguntas aparecen una y otra vez cuando se trata de ti, pase lo que pase. Mis interrogantes llevan tu nombre. Es en esos momentos cuando cuestiono tus sentimientos hacia mí. Los sucesos me demuestran reiterada e incansablemente que no hay lugar para pensamientos dubitativos, pero en ocasiones, tus acciones me devuelven a la inseguridad de nuestra relación.
Me importas mucho y sé que debo importarte algo. Son muchas anécdotas vividas, de todos los colores además. Sin embargo, nunca sé si tu querer va más allá de lo puramente cordial o si buscas lo mismo que yo. Siempre tengo ese dilema que me impide seguir adelante con total confianza en lo que nos une. Con mis comportamientos tan impulsivamente erróneos podría haber conseguido que te alejaras de mí. De hecho, tuve miedo por ello. Pero no lo hiciste, nunca te fuiste de mi lado. A veces pienso que si esto es así, es porque algo sientes. Pero la duda siempre asoma y acaba tambaleando la torre que yo construyo una y mil veces para forjar férreamente nuestra amistad. Y todo esto sucede cuando te veo. Me parece increíble que sienta tan fuerte nuestro vínculo cuando intercambiamos palabras por escrito y, pese a todo, me cueste tanto articular palabra frente a frente mientras por mi mente van surgiendo miedos a la par que conversamos. Es entonces cuando me fustigo pensando que no tengo remedio, que no sé hasta cuándo va a durar este martirio. Bendigo siempre los días de alegrías y complicidad mutua y aquellos en los que toda ayuda era poca. Un pequeño gesto, por nimio que fuera, daba forma a los ladrillos de nuestra torre durante esas jornadas. Pero maldigo aquellos de desasosiego personal al notar una apatía falaz en ti, que me plantaba cara y derribaba todo mi ánimo, cuya presencia fue bautizada como Babel. Hablamos idiomas distintos, venimos de épocas dispares. Pero, a menudo, hay un punto de conexión que nos enlaza y es lo que nos hace mantener todavía firme lo que tenemos. Sigo instalada en el miedo que me produce que desaparezcas y mi propio pavor me dice que algún día lo harás porque nada es para siempre. Pero tengo una voz interior, una llama encendida que me impide rendirme. Quiero luchar por ti y que, si tenemos que abandonarnos, sea porque nuestra existencia pasa a pertenecer a mundos distintos.
Sé que unas bonitas palabras no solucionarán la necedad de mi psique. Pero no importa. Aguantaría las veces que fuera menester todos los llantos y tristezas acaecidos en vano. Soportaría el insomnio de hartas noches dando vueltas en la cama, sintiendo el cosquilleo en mi cerebro, casi humeante de tanto pensar, mientras emana negatividad desde mis entrañas y hace aflorar mis propias carencias de alma incompleta. Hazte a la idea: sería capaz de cualquier cosa por ti. No quiero tus consejos, no quiero tu ayuda. Te quiero a ti. Te quiero por ser quien eres, te quiero por lo que representas, te quiero porque tus acciones en esta tierra hacen del mundo un lugar mucho mejor. Te respeto por enfrentarte a las alimañas que trepan sobre ti, sin quejarte en exceso ni darles la mayor importancia, mientras yo me desgarro por dentro con el estómago en riesgo de padecer una úlcera por culpa de la rabia que brota en mis adentros al contemplar tamaña escena repugnante. Lo siento, yo no soy tan pura como tú. La oscuridad de mi corazón me exime de ciertos privilegios que tenéis los que deslumbráis con luz propia y nos animáis a desarrollar nuestra luz interior.
Sé que se pueden contar con los dedos de una mano los aciertos que he tenido contigo descifrando tu alma. Sé que soy una experta en meter la pata cuando se trata de ti. Nunca doy con lo que debo hacer o decir. Perdóname por ello. Soy todavía una ignorante de tu ser, aunque espero remediar eso algún día, si tú me dejas. Créeme que nada me gustaría más. Quiero poder alcanzar con la yema de mis dedos toda tu esencia, entrar en tu mundo para no salir nunca de él, que me des una copia de la llave bajo la que guardas tu corazón y que a muy pocos muestras. No quiero que te escondas de mí, pues suficiente tuve ya con esconderme yo de ti por el estúpido miedo a una relación afectiva de tamaña envergadura. Eres esa persona que siempre anhelé encontrar y no quiero perderte. Es por eso que a veces me vuelvo irracional y la pifio. Me disculpo por ello. No debe ser fácil tratar con alguien como yo. Pero seré paciente y aguardaré por ti, tratando de ser lo más asertiva posible contigo para no provocar ningún efecto contrario al deseado. Seguiré firme, plantando cara a mi propia oscuridad. Encararé cualquier ente dañino que salga de mi propio ser. Seré mi escudo y a la vez mi espada. Tú sigue escribiéndome, respondiendo a mis llamados. Yo, mientras tanto, seguiré construyendo una y otra vez, ladrillo a ladrillo, esta torre de Babel que nos pertenece, que tan rápido crece como perece. Lo haré las veces que sea necesario hasta que consiga todos mis propósitos para contigo. Espérame, prometo que merecerá la pena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario